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Voces Clave | Verónica Montúfar: Sindicalismo, feminismo y la reconstrucción de la organización social del cuidado


Verónica Montúfar lleva décadas organizándose junto a trabajadoras para exigir inversión pública, empleos dignos y corresponsabilidad en el cuidado. En conversación con CESR, recorre los orígenes de un sindicalismo feminista que, desde hace tiempo, ha sabido nombrar y resistir la injusticia en la organización y mercantilización del cuidado. Desde la privatización de los servicios públicos hasta la captura de los sistemas de cuidado por intereses corporativos, señala lo que debe reconstruirse, y cómo.

“Soy socióloga por profesión y sindicalista por opción”. Así se presenta Verónica Montúfar, una aliada clave de CESR—brevemente, pero con intención. Actualmente Oficial de Igualdad en Public Services International (PSI, una federación sindical global que agrupa a más de 700 sindicatos y representa a 30 millones de trabajadores y trabajadoras en 154 países), Verónica ha pasado décadas tendiendo puentes entre la teoría y el activismo, siempre enraizada en las luchas colectivas de las mujeres trabajadoras.

En distintos contextos, feministas y trabajadoras comparten una demanda común: reconocer y valorar el trabajo de cuidados mediante empleos dignos, inversión pública y corresponsabilidad. Cuando los servicios públicos no existen, son insuficientes o están privatizados, la carga del cuidado recae de forma desproporcionada sobre mujeres y niñas, reforzando los ciclos de desigualdad.

Comenzó su camino político a los 17 años, apoyando una huelga de trabajadoras textiles en su provincia natal de Pichincha, Ecuador. “Esa huelga nos dio la oportunidad de construir espacios de diálogo, reflexión y formación política”, recuerda. “Hablábamos sobre lo que significaba que las y los trabajadores tomaran conciencia de su poder”. Desde esa experiencia temprana, ha estado siempre cerca de los procesos de organización, viendo la educación y la toma de conciencia como esenciales para el cambio social.

Feminismo desde el sindicalismo

Para Verónica, el feminismo y la organización sindical nunca han sido esferas separadas. “Lo que más tarde se convirtió en el desarrollo teórico y político del feminismo en todas sus ramas, fue sembrado dentro del movimiento sindical—especialmente por las mujeres trabajadoras”, explica.

Décadas atrás, en conversaciones con trabajadoras, ella y sus compañeras ya nombraban lo que más adelante se conocería como trabajo de cuidado no remunerado, aunque en ese momento aún no existía ese lenguaje. Hablaban de la “doble jornada” de las mujeres—tener empleos mientras asumían la mayor parte de las responsabilidades del hogar. “Incluso hablábamos de una ‘triple jornada’”, señala, “cuando las mujeres también son militantes sindicales o activistas, lo que suma otra capa de trabajo y tiempo”.

Cuestionar el lenguaje del mercado: organización social del cuidado y su reconstrucción

Uno de los puntos más fuertes de su intervención actual gira en torno a cómo entendemos y nombramos el trabajo de cuidado. “El concepto de economía del cuidado, que visibiliza el aporte económico de este trabajo, comenzó a ser instrumentalizado por los grupos de poder y por el capital para hacer del cuidado un bien del mercado.”

Junto con otras pensadoras feministas como Corina Rodríguez Enríquez, Verónica ha trabajado para recuperar una perspectiva política más integral: la organización social del cuidado, un enfoque que CESR apoya y al que contribuye. Este concepto busca “sacar la lógica de mercado” del debate y recuperar el rol del Estado, los derechos y la justicia de género. “La actual organización social del cuidado es injusta, desigual, inviable. No ha cambiado el hecho de que el peso fundamental siga estando en las mujeres.”

Desde esta mirada, propone una reconstrucción que no se limite a tecnicismos ni a cálculos macroeconómicos, sino que coloque la vida en el centro: cómo se cuida, quién cuida, y con qué condiciones, afirmando al cuidado como un derecho humano y una responsabilidad pública.

Servicios públicos, impuestos y captura corporativa

Verónica también hace una lectura estructural de la desinversión en servicios públicos. Ante el argumento de que “los servicios públicos no funcionan y por eso no vale la pena pagar impuestos”, responde con claridad: “La falta de capacidad del sector público está causada por los anhelos privatizadores. Si los servicios públicos funcionaran bien, el sector privado no podría entrar.”

Y va más allá: “En vez de invertir la plata pública en servicios públicos, lo que se está haciendo es invertir recursos públicos en el negocio privado para dar servicios públicos. Es un traspaso directo de recursos colectivos al lucro empresarial.”

Para ella, esta lógica afecta especialmente al cuidado, un sector donde la demanda es constante y creciente —por el envejecimiento de la población, el aumento de las discapacidades y la precarización del trabajo reproductivo. “Todos los días nos estamos volviendo viejos. Hay un nicho de negocio impresionante, y el capital lo sabe”, advierte.

La demanda por recuperar e invertir en los servicios públicos está cobrando fuerza en distintos movimientos. Un ejemplo de ello es el Manifiesto por el Cuidado, una iniciativa liderada por Public Services International que llama a los gobiernos a reconstruir los sistemas de cuidado sobre la base de la equidad, la inversión pública y un enfoque transformador de género. CESR es una de las organizaciones que apoya esta iniciativa, en línea con nuestro llamado a un financiamiento público adecuado y políticas económicas basadas en derechos.

Diálogo Sur-Sur y el rol de la esperanza

Desde su rol internacional, Verónica observa con atención las posibilidades de articulación entre regiones. “En términos de movimiento feminista, hay más vínculos que construir entre América Latina, Asia, África. Pero en la PSI, gracias a nuestra estructura global, ya compartimos marcos comunes en todas las regiones.”

Eso sí, señala que los debates no son homogéneos: “El tema del cuidado ha avanzado más en América Latina, no solo en teoría y militancia feminista, sino también en algunas políticas públicas.” Y reconoce un consenso global emergente aún: la necesidad de recompensar con trabajo decente a las trabajadoras del cuidado y reivindicar el cuidado como un bien público y un derecho humano.

Frente al desencanto que muchas personas sienten en los movimientos sociales, especialmente tras la pandemia, Verónica responde con una cita del filósofo y educador brasileño Paulo Freire: “No soy esperanzada por ingenua, sino por imperativo histórico.” La esperanza, insiste, no es una emoción pasiva, sino una práctica transformadora.

“La desesperanza nos paraliza. Necesitamos construir una fuerza social que no sólo resista, sino que transforme. Y eso no se logra con gobiernos de corto plazo, sino con organización social profunda.”

Un mensaje a las nuevas generaciones

Para quienes están comenzando a involucrarse en las luchas feministas, laborales o por servicios públicos de calidad, el mensaje de Verónica es directo: “Las necesitamos. Sin ellas, esto se muere. No sólo en términos de la temporalidad, sino de las ideas.”

Reconoce que las luchas cambian, y con ellas los sujetos protagonistas: “Mi madre peleó otras batallas. Yo he tenido otras. Hoy hay nuevas luchas, por la autonomía del cuerpo, por los derechos sexuales y reproductivos, por condiciones dignas en el trabajo del cuidado… y son las jóvenes las que están en la primera línea.”

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Nuestra serie de blogs Key Voices recoge testimonios y análisis de aliadas y aliados de CESR comprometidos con una transformación económica centrada en los derechos humanos. Desde distintos territorios y trayectorias, muestran que los cambios estructurales no son solo necesarios: también son posibles.